Cuando, andando las décadas, alguien se dedica a contar batallitas del abuelo Cebolleta, es legítimo que a los oyentes les quepa la duda de si los que se les está relatando es cierto o una pura invención.
Tomemos el caso de Miguel Ríos, octogenario
cantante de rock español. A finales del mes pasado leí el titular de que, a
finales de los sesenta, presenció en Las Vegas una actuación de Elvis Presley. Hasta
aquí, todo bien. Pero el artículo cuenta a continuación que uno de los directores artísticos le propuso al español un contrato para actuar en el mismoescenario, propuesta que habría sido rechazada por el cantante granadino.
¿Verdad? ¿Mentira? A mí me suena a trola. En los
casinos de la ciudad de Nevada lo que actúan son viejas glorias (y , gente que
ha sido famosa pero que ya no tiene tanto tirón popular o, para ser claros,
vendiendo discos), no recién llegados al negocio. Y Miguel Ríos acababa, como
quien dice, de aterrizar en el mundo de la música, al menos a nivel internacional.
Es como aquel chiste en el que uno le dice a un
amigo que su hija estuvo a punto de casarse con un marqués. A la pregunta del
amigo de por qué no se produjo el feliz enlace, el primero contesta porque
el marqués no quiso.
Pues eso.
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