Cuando en España un pariente, conocido o pareja de un político de derechas (o una mujer, a secas) alcanza una determinada posición, obtiene algún éxito o es objeto de algún reconocimiento, para la izquierda es siempre porque es pariente, conocido o pareja del político, aunque el pariente, conocido o pareja sea una eminencia. Y si es mujer, peor, porque para ellos todas las mujeres de derechas son unas inútiles.
Cuando eso ocurre en la izquierda, para esa
misma izquierda el pariente, conocido, pareja o individuo (presuntamente) del
sexo femenino (huy, casi escribo género) es poco menos que una mezcla de
Rockefeller, Einstein, Sócrates y Pericles redivivos… aunque el individuo en
cuestión sea poco menos que un adoquín con ojos y orejas y dotado de
movimiento.
Por eso, no es de extrañar que cuando saltó
el escándalo de la directora del Instituto de las mujeres y los sesenta y
cuatro contratos que su empresa celebró con ayuntamientos de los de la mano y
el capullo son fruto del buen hacer de su esposa.
Dejando aparte todo lo demás… ¿qué pasa, que sólo las lesbianas pueden dirigir esa entidad? Un poco heterófobo, me parece a mí…
No hay comentarios:
Publicar un comentario