Ha pasado un cuarto de siglo desde que compré este libro y por fin me lo he leído. En realidad, lo he tenido siempre ahí, pero no lo puse en lista de lectura hasta que amplié mi librería y, para poder colocar ordenador todos mis libros, hice finalmente la base de datos.
Cuando completé la compra (y lectura) de los (entonces)
doce volúmenes de La historia de la Tierra Media, se produjo un cierto
vacío en lo referente a obras de Tolkien. Su hijo Christopher todavía no había atacado
la publicación de las tres grandes narraciones de la Primera Edad (Beren y
Lúthien, Túrin Turambar y la caída de Gondolin), y la trilogía de Peter Jackson
estaba en camino.
Además, ya había (creo) transliterado todos
los frisos de los libros. Y entonces apareció este libro, que pensé que me
podría servir para avanzar en el conocimiento del quenya. Sin embargo, lo dejé
ahí, y veintincinco años después me he vuelto demasiado perezoso intelectualmente
como para ponerme a intentar aprender un nuevo idioma (un idioma sobre, el que
además, no hay un consenso unánime).
Pero sí tenía un propósito nuevo, saber cuál será mi epitafio. Que ya tenía decidido desde hace mucho (en español), pero tras leer este libro ya tengo un principio de traducción al quenya. Ahora, sólo me queda consultarlo con gente que sepa más que yo.
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