Si ayer hablaba de la buena suerte que tienen los secesionistas catalanes (algunos) en su devenir judicial, hoy me toca matizar el asunto.
Siempre he dicho que lo que la gente suele llamar
buena suerte, en realidad no existe. No es más que la consecuencia lógica
de hacer las cosas como Dios manda, de llegar a una conclusión determinada
partiendo de las premias correctas.
Y cuando el juez que está instruyendo el procedimiento
por el contubernio entre Cocomocho y el autócrata del Kremlin denuncia un boicot con ceses de miembros de la policía judicial, falta de medios y
amenaza, es que hay una mano negra detrás de todo ello.
O roja…
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