El desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer es socialista sólo de nombre. En parte por la concurrencia de los comunistas en el gabinete, y en parte por la propia deriva radical de los de la mano y el capullo, el hecho es que tenemos el ejecutivo más de izquierdas desde la segunda república.
Y, como buenos izquierdistas, proclaman una
cosa y hacen la diametralmente opuesta, corregida y aumentada a niveles máximos,
y además se ufanan de ello. Es el caso de la llamada hucha de las
pensiones, que después de años de vaciarse se está rellenando poco a poco. De
hecho, según ellos mismos proclaman, se encuentra en el nivel más alto desde
2.018. Nada curiosamente, el año en que llegaron al poder, lo que indica que
desde entonces se habían dedicado a vaciarla.
Pero ese caudal no fluye fruto de políticas
de ahorro, de contención del gasto. Muy al contrario, proviene de la subida
masiva de cotizaciones sociales a empresas y trabajadores a través del llamado mecanismo
de equidad intergeneracional (cuantas más largas sean las palabras en boca
de un izquierdista, peor).
Pero ellos no esquilman al ciudadano, dicen.
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