Los socialistas, al menos los españoles, son maestros en acusar a los demás de lo que ellos mismos hacen o, directamente, de mentir como bellacos.
Ellos lanzan las acusaciones, verdaderas o
falsas, sabedores de que hay un público dispuesto a comprarlas y unos rivales políticos
que, en general y salvo excepciones, no les van a devolver el golpe como
merecen.
Porque en comparecencia parlamentaria, el
psicópata de la Moncloa hizo alusión a un supuesto secuestro de la publicación de
un libro sobre el narcotráfico gallego cuando el presidente regional era Alberto
Núñez-Feijóo, como implicando (o sin el como) que era porque el político
popular tenía algo que ver con los delincuentes.
De nada sirve que la editorial aclarara el asunto y pusiera de manifiesto el uso torticero del tema: la mierda estaba lanzada.
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