La desfachatez de los de la mano y el capullo montando chanchullos para enriquecerse corre pareja a su imaginación a la hora de ingeniar formas para hacerlo. Han inventado hasta el fraude retroactivo.
Cuando quieres amañar una licitación pública,
lo habitual es, o bien crear unas condiciones a las que sólo les falta incluir
nombre y apellidos, o razón social, o bien subir la valoración del futuro
beneficiado y bajar la de los demás.
Lo que hasta ahora no se conocía, y he visto
unas cuantas licitaciones en mi vida, era lo que ha ocurrido en aquellas que
ganó el amiguete de la mujer del psicópata: su oferta era la que, una vez
efectuada la valoración inicial, se usaba como baremo para reevaluar las de los competidores.
Es como jugar con las cartas marcadas, el respaldo de la banca y haciendo trampas.
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