Echando la vista atrás, uno se da cuenta -más le vale darse cuenta, de lo contrario quiere decir que no ha aprendido nada- de que hay ocasiones en que se comportó como un estúpido. No porque, como mencioné en otra entrada de la serie, intervengan los sentimientos, sino simplemente porque somos jóvenes… y, a riesgo de resultar repetitivo, estúpidos.
Y esto afecta a todos los aspectos de la
vida, desde contestaciones improcedentes a tus padres (tengo una en mente que
le di a mi madre que no se me olvidará en la vida, y que considero la respuesta
más estúpida, grosera y desconsiderada que pude darle nunca) hasta decisiones tomadas, en un sentido o en
otro (es decir, aceptando algo que no debió aceptarse, o rechazando algo que no
debió ser rechazado).
Y es que, como dijo aquél, la vida es aquello que nos va sucediendo mientras nos empeñamos en hacer otros planes.
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