Una de las funciones de los jueces es aplicar las leyes. Se supone, por lo tanto, que deben conocerlas bien. Aunque, a veces, eso resulta contraproducente.
Porque el ninistro Pequeño, a la sazón
titular de la cartera de Interior, es juez. No es que en su inobservancia del
ordenamiento -en rigor, lo observa y luego pasa de él- se distinta
especialmente del resto de los miembros del desgobierno socialcomunista que
tenemos la desgracia de padecer, pero su caso resulta, como digo, un poco más
sangrante.
Porque ha sido la Justicia, esa a la cual él
pertenece en origen, la que ha condenado las prácticas de ese departamento
ministerial bajo su égida de castigar a los policías críticos. Esos policías
críticos, a buen seguro, pueden sostener su propia mirada cuando se miren al
espejo por las mañanas.
Del ministro no estoy tan seguro…
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