Cuando Golpe Pumpido habló de manchar las togas con el polvo del camino, algunos pensamos que era difícil caer más bajo. Naturalmente, nos equivocamos: no hay ignominia que los de la mano y el capullo no estén dispuestos a perpetrar para alcanzar sus fines. Que, en el fondo, es sólo uno y siempre el mismo: detentar el poder tanto tiempo como puedan.
La penúltima ha sido, convertido el Tribunal Prostitucional
en una especie de Superior del Supremo, anular la sentencia del mayor
caso de corrupción de la historia de España (y eso, hablando de ladrones
patológicos como los epígonos de Paulino Iglesias, es mucho decir) -y es
posible que hasta de Europa-, exonerando a Griñán y a Chaves.
Cosas veremos que nos helarán la sangre, dijo la madre de Joseba Pagaza. Qué razón tenía la señora…
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