El fascismo se caracteriza, entre otras cosas, en la denigración del adversario hasta niveles inhumanos. Y lo de inhumanos vale tanto para los fascistas, que son crueles hasta decir basta, como para el nivel al que reducen a los adversarios.
En esto, como en tantas otras cosas, los ierreceos
demuestran sus orígenes inequívocamente fascistas. Nunca me han caído
especialmente bien ninguno de los hermanos Maragall, pero el nivel de ignominia
alcanzado en las últimas fechas me parece vomitivo. Y es que, en la trifulca interna en la formación, parece que una de las partes encargó una cartelería con
la imagen de ambos hermanos y la frase Fuera el Alzheimer de Barcelona.
Se le haya ocurrido a quien se le haya ocurrido, en la política de una democracia no todo vale. Que algunos parezcan tener otra opinión indica que, de demócratas, tienen poco o nada.
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