Finalmente terminé la tetralogía que Thomas Mann dedicó a la figura del patriarca José. Una tetralogía un poco rara, puesto que aunque el título parece indicar que tratará sobre el susodicho y sus once hermanos, origen de las tribus de Israel, el primer volumen de la serie se dedica casi exclusivamente a su padre, Jacob, y este último (y, lógicamente, la serie en sí) finaliza con la muerte del que pasó a llamarse Israel.
Como ya indiqué al comentar el volumen
anterior, Mann expande en mucho lo que se narra en el Génesis. Podríamos decir
que la Biblia va al grano, sin profundizar en los detalles, mientras que Mann,
además de referirnos absolutamente todo lo que teóricamente pasó (recordemos,
quinientas palabras dieron para seiscientas páginas), intercala muchas reflexiones,
florituras y valoraciones, así como bastantes referencias al faraón Akenatón, que Mann hace coetáneo de José.
Teniendo en cuenta que este volumen se publicó en 1.943, no puedo dejar de pensar que una frase que Mann pone en boca de José, casi al final de la novela -Un hombre que utiliza el poder sólo porque lo posee, y lo hace en contra de toda justicia y entendimiento, ese hombre es ridículo- está dedicada a cierto pintor austriaco fracasado, devenido dictador y genocida.
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