Aunque algunos -malintencionados o ignorantes- pretendan equiparar los casos de Begoña Gómez y del novio de Isabel Díaz-Ayuso, no son, en mi opinión, ni remotamente comparables.
En primer lugar, por los presupuestos de
partida: el novio de la presidente madrileña hizo sus presuntos chanchullos
antes de conocerla y completamente al margen de esa relación, mientras que la
esposa del psicópata de la Moncloa los hizo, no sólo después de que su marido
llegara a la poltrona presidencial, sino precisamente porque detentaba el
puesto (que si no, de qué).
Y, en segundo lugar, por la actitud que están
teniendo los servicios jurídicos públicos: tanto la abogacía del Estado como el
fiscal particular del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de
padecer se están volcando a favor de la hija del recientemente finado propietario
de una cadena de saunas homosexuales, mientras que se dedican a dinamitar un acuerdo con el novio de Díaz-Ayuso que eliminaría el delito de falsedad.
Igualdad a tope, pero para según quiénes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario