El Tribunal Prostitucional puede haber declarado incorrecta -saltándose todos los límites y constituyéndose a sí mismo en una especie de tribunal superior del Supremo- la sentencia del caso de los ERE falsos en Andalucía, cuando la tierra de María Santísima era un cortijo sometido al latrocinio de los de la mano y el capullo, donde se robaba dinero como para asar a una vaca y donde era costumbre celebrarlo con coca y putas.
Y en lugar de aceptar discretamente el capote que les han echado desde el edificio de Domenico Scarlati, los jefes de los ladrones van pavoneándose por ahí, augurando el principio del fin del gobierno del Partido Popular
-partido que gobierna con una mayoría absoluta que los de Ferraz no conocían
desde hace legislaturas-, y haciéndolo además desde la propia sede del partido,
que demuestra que está tan ayuno de escrúpulos y de vergüenza como el psicópata
de la Moncloa.
Si el PSOE vuelve al poder en Andalucía, como recuerda el desgraciado
de Chaves, la región al Sur de Despeñaperros se merece todo lo malo que le
suceda. Por imbéciles.
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