domingo, 20 de abril de 2025

Así caen los poderosos

Esta entrada también podría haberse titulado a quienes los dioses quieren destruir, primero le vuelven loco. O también, de uno que se creía mierda y no llegaba a pedo. Es irrelevante, porque todos los títulos hacen referencia a una sola persona o, por mejor decir, personaje.

Alguien que se creyó llamado, o así lo proclamaba, a tomar los cielos por asalto. Alguien que pretendía -y lo consiguió- ser vicepresidente del gobierno de España (pero no primero ni segundo: tercero), teniendo en su mano todos los resortes del poder o, al menos, los más determinantes (esto, gracias a Dios, no lo consiguió).

Alguien más vago que hecho a posta y más soberbio que fabricado de encargo, que se presentó a las elecciones regionales madrileñas para parar a la derecha y que resultó arrollado por esa misma derecha. Alguien que no puede superar su afán de protagonismo y que pontifica en contra de aquél que ose llevarle la contraria (es decir, contra todo y contra todos), que ha montado un garito al que no van salvo los incondicionales y que ha quedado reducido a televendedor de un sedicente aceite combativo de Marinaleda, la pesadilla comunista de Andalucía.

Un aceite que no sólo no es mejor que los de la competencia sino que, además, es un cincuenta por ciento más caro.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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