Para un verdadero demócrata, todos los ciudadanos son iguales ante la Ley. Para un demócrata de boquilla -y en esa definición entran los marxistas-, depende. O, como ya dijera magistralmente Eric Blair en su Rebelión en la granja, sucede que todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros.
Es lo que pasa con los cocuquistas,
que por mucho que disfracen su mensaje y por mucho que se vistan y se acicalen,
no dejan de ser unos enemigos de la riqueza… ajena. Porque no veo otra
explicación al hecho de que propongan subir hasta un quinientos por ciento las
multas de tráfico en función de los ingresos del infractor.
Y lo de misma infracción, misma pena, a hacer gárgaras y a freír espárragos.
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