Hubo una época, hace medio milenio, en que España era el país más importante del mundo. Literalmente. Durante siglo y medio fuimos la potencia conta la que todos se conjuraban y que nadie conseguía derribar.
Durante otro siglo y medio fuimos, poco a
poco, decayendo. Seguíamos siendo alguien a tener en cuenta, un aliado
deseable, pero ya no marcábamos el ritmo que los demás seguían, sino que
seguíamos el que otros marcaban.
Los últimos doscientos años hemos tendido a
ser irrelevantes. Salvo durante un lustro, lindante con el cambio de milenio,
nadie ha contado con nosotros para nada, salvo para usarnos a su conveniencia.
Pero fue en vano. Llegó un bobo solemne y tiró
por la borda lo que nos había costado conseguir, además de arrimarse a lo
peorcito de cada casa, dentro y fuera de España. Y la edición corregida y
aumentada, el psicópata de la Moncloa, sigue sus pasos… y hace que España le
siga hacia el precipicio internacional.
Porque cuando Macron reunió en París a las cinco mayores potencias militares de Europa, hace ahora un mes, además de Francia, Reino Unido, Alemania e Italia, estaba… Polonia. España, ni estaba ni se la esperaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario