En realidad, los llamados antisistema no quieren, cuando entran en política, acabar con el sistema, como los revolucionarios de la mayor parte de las épocas no han pretendido revolucionar nada. Su único objetivo era, al modo del gran visir Iznogud, ser ellos los que mandaran, convertirse en la casta que disfrutase de los privilegios.
Lo cual no obsta para que, cuando
se trata de revolucionarios de salón, de niños bien que no lo han pasado
mal en su vida pero que, con una rabieta de mocoso consentido, pretenden tirar
por los aires el tablero de juego, sigan diciendo sandeces aunque tengan
responsabilidades en la cosa pública.
Porque no se puede estar en el
gobierno de un país occidental -aunque ese ejecutivo sea el desgobierno
socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer en España- y criticar el aumento del gasto en defensa o pretender la salida de España de la OTAN, como
los de la hoz y el martillo -y los de la mano y el capullo antes de catar
poder- hace medio siglo.
Claro, que con un trilero que pretende meter como gasto de defensa la inversión en medicinas, qué otra cosa cabía esperar…
No hay comentarios:
Publicar un comentario