Cuanto más se sabe de la trama creada para aprovecharse de las oportunidades que surgieron con la pandemia de la COVID-19, más queda de manifiesto la miseria moral y la ausencia total de escrúpulos de los implicados en la misma.
Así, por ejemplo, se ha sabido que las prisas de Víctor de Aldama -el comisionista que estaba en todos los fregados porque conocía a todo el mundo, aunque de primeras todo el mundo niegue conocerle pero acabe reconociendo que sí, que le conocían- por cobrar las mascarillas enviadas al gobierno regional canario -en las zarpas de los de la mano y el capullo en aquel entonces- se debieron a que el consejo autonómico de gobierno había pagado un millón trescientos mil euros de más por los sobreprecios y la trama tenía miedo de que les cazaran. Un Corre corre, que nos pillan en toda regla, vamos.
Por ello, y por mucho más...
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