El que creó el refrán de que antes se coge a un mentiroso que a un cojo no conocía a la ralea de inútiles que componen el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer. Eso no es que sean fáciles de atrapar, es que prácticamente se arrojan en tus brazos no bien abren la boca una segunda vez (y, a veces, incluso en la primera).
Tomemos el caso de Petisú
Montero, esa licenciada en Medicina que, gracias a Dios y a la política, jamás
ejerció la profesión que había estudiado. Los que hubieran tenido la desgracia
de ser sus pacientes jamás se lo agradecerán lo suficiente.
Como tantos otros de sus
compañeros de gabinete, del psicópata de la Moncloa para abajo, todos, ha
jurado y perjurado -visto lo visto, bastante más lo segundo que lo primero- que
no conocía a Víctor de Aldama, que nunca jamás se cruzó con él, que pondría la
mano en el fuego por sus subordinadas y todas esas cosas grandilocuentes que se
dicen para intentar negar la evidencia de la participación, o al menos la
connivencia o tolerancia, en un delito continuado.
Y luego va tu jefe de gabinete y admite dos o tres citas.
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