En el progrerío actual, tanto el
patrio como el de fuera de las fronteras, existe la costumbre de calificar como
fascista a la extrema derecha, y de tildar de fascista el régimen de
Franco. Ambas afirmaciones son, en mi opinión, equivocadas. Iba a poner por
ignorancia en la masa y por maldad en las élites, pero las élites izquierdistas
actuales son en la actualidad tan poco elitistas que su ignorancia corre pareja
a la de los zotes que pastorean.
Vamos por partes. El fascismo fue
un movimiento político surgido en un lugar (Italia) y en una fecha (el fin de
la primera guerra mundial) muy concretos. Y lo creó una figura igualmente
concreta, Benito Mussolini, que no provenía de ningún partido de derechas, sino
del socialismo italiano. Sus postulados -estatalización de los medios de
producción, partido único, hasta el antijudaísmo (iba a poner antisemitismo,
pero ya trataré ese extremo dentro de un par de semanas)- eran, pues, netamente
de izquierdas.
Media década después, y algo más
al Norte, se produjo un intento de golpe de Estado: el famoso putsch de
Múnich, encabezado por Adolfo Hitler. El partido al que pertenecía era el nacionalsocialista
alemán: otra vez de izquierdas, otra vez estatalista, otra vez dictatorial,
otra vez antijudío.
Franco sería muchas cosas, pero
no era de izquierdas. De hecho, como dijo una vez con la típica retranca
gallega, él no se metía en política. Era autoritario, pero toleraba la iniciativa
privada y, desde luego, no fue antijudío (que se lo digan a todos los judíos
que las autoridades españolas salvaron durante la contienda). Era, a diferencia
de los otros dos con los que suele comparársele, un militar profesional; y era,
al menos de palabra, un católico.
Así pues, ni Franco era fascista
-otra cosa es que su régimen tirara de la simbología fascista-, ni el fascismo
(ni el nazismo) eran ideologías de derechas. Cosa distinta es que la izquierda
haya vendido esa burra durante tres cuartos de siglo, y que la gente se la haya
comprado.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!