Por mucho que tenga una opinión sobre el tema de la transexualidad -que la tengo, como la tengo sobre (casi) todo-, no voy a entrar en él, al menos no de modo general. Sí en esa moda que parece haber surgido últimamente de los transexuales en el deporte, en concreto de los hombres biológicos que se autodefinen como mujeres.
Con independencia de que sean
sinceros en sus declaraciones, es un hecho incontestable que en actividades en
los que la fuerza o la resistencia sean importantes, los varones llevan ventaja
(las mujeres, en cambio, son en general mucho más -físicamente- flexibles). Por
eso, que un varón biológico compita contra mujeres biológicas le da al primero
una ventaja… biológica, y así lo han señalado mujeres (biológicas), hombres y
hasta transexuales.
Así las cosas, se imponía -por
puro juego limpio- crear una categoría intermedia, en la que los
transexuales pudieran competir en pie de igualdad. Y eso hizo la federación
internacional de natación, al establecer la categoría trans en la copa
del mundo. ¿Y qué paso? Pues que la iniciativa fue un fracaso, porque no se inscribió nadie.
Lo cual hace dudar de la sinceridad de los que se han declarado transexuales y pretenden seguir compitiendo.
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