En la vida privada como en la escena internacional, la buena reputación es fácil de destruir y complicadísimo de recuperar.
Con Aznar y su alineamiento con
el eje de las Azores, España empezó a pintar algo en la geopolítica mundial,
porque teníamos apoyos poderosos. Tanto, que en el contencioso con Marruecos
por el islote de Perejil, Estados Unidos se puso de nuestro lado y no del de su
tradicional aliado estratégico en el Magreb.
Pero llegó zETAp, se negó a
levantarse al paso de la bandera de las barras y estrellas, sacó a toda
pastilla a las tropas españolas de Irak y le lamió la chilaba a los ayatolás y
su alianza de civilizaciones, y no nos llamaron del 1.600 de la Avenida
de Pensilvania ni por equivocación. Con Rajoy la cosa no mejoró, pero con el
psicópata de la Moncloa la cosa se ha ido directamente al garete.
Porque, en la reunión que Estados
Unidos ha convocado con líderes europeos para apoyar a Israel ante el ataque de
los terroristas palestinos, no se ha incluido a España… y eso que ostentamos la
presidencia de turno de la Unión Europeo.
Es lo que ocurre cuando metes a comunistas judeófobos en tu gobierno.
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