La dictadura de lo políticamente correcto lleva, inexorablemente, al pensamiento único: no puedes decir nada que se aparte de lo admitido -no puedes pensar por su cuenta- sin que te caiga encima la del pulpo.
Es el caso de Alfonso Pérez,
futbolista retirado, que señaló lo evidente: no tiene sentido (o no es justo)
que las futbolistas ganen lo mismo que los futbolistas porque, sencillamente,
no producen lo mismo. Esta disparidad en el rendimiento que generan unas y
otros no es justa ni injusta, simplemente es.
Pero como eso molesta al
feminazismo militante y acojona a los maricomplejines, se ha decidido quitar el nombre del jugador al estadio del Getafe, de propiedad municipal. Algo que no
parece haber achantado al señor Pérez, que se ha reafirmado en sus
declaraciones y ha señalado que hay gente a la que le molesta que uno diga laverdad.
Y es que la emperatiz va desnuda, le guste o no a los lameculos de la corte.
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