jueves, 26 de octubre de 2023

Una sin papeles

Hay personas a las que el ejercicio de la política les viene grande, por falta de educación. No me refiero a los muchos títulos o diplomas que puedan tener, sino a guardar las formas, al dominio de sí mismo.

Esa fauna, al menos en España, predomina sobre todo en la ultraizquierda. En el partido de la mano y el capullo no es que sean tampoco un ejemplo de respeto al adversario, pero por lo menos aparentan una cierta urbanidad. Los comunistas, ni eso (tampoco es que nunca lo hayan hecho). Yo, por ejemplo, no valdría para político, porque cuando pienso que alguien es un imbécil, lo digo claramente: soy lo que se dice una incorrección política con patas.

Ejemplo de lo que digo es Mónica MeMa, que tan pronto simula apuntar con una pistola a la bancada del gobierno regional -quizá exteriorizando un anhelo nada subconsciente- como gesticula en mitad de un debate sin tasa ni medida, al tiempo que llama sinvergüenza y (quizá, los lectores de labios no se ponen de acuerdo) mongola (¿dónde quedó el respeto a quienes pertenecen a ese colectivo que antes se llamaba deficientes mentales y que ahora creo que se llaman Down, por más que ese sea uno de los diversos síndromes que hay?).

Dice el titular que la susodicha perdió los papeles. Para eso, antes debería tenerlos.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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