sábado, 7 de octubre de 2023

Bobelia

En su afán de contentar a cualquier precio a los enemigos internos de España -sus colegas, pues los de la mano y el capullo siempre han sido enemigos de España y de los españoles-, el psicópata de la Moncloa, auxiliado por la madame dipsómana y fiestera, ha permitido el uso de las lenguas regionales en el Congreso de los Diputados.

Para ello, sus señorías han tenido que utilizar pinganillos cuando alguno de sus colegas rebuznaba en un idioma que no fuera el español… y, la verdad, pudiendo rebuznar en español, uno no ve a santo de qué hacerlo en otra lengua. Máxime cuando por los pinganillos lo que salía era la traducción al español, no a las demás lenguas.

En un gesto teatral, los diputados de Vox dejaron sus pinganillos en el escaño vacío del psicópata y se marcharon del Pleno. ¿Y dónde se encontraba el presidente en funciones del disfuncional desgobierno socialcomunista en funciones que tenemos la desgracia de padecer? Pues de viaje a la ciudad de los rascacielos -aunque prácticamente cualquier urbe de cierta entidad tiene varios de esos edificios, cuando se emplea ese epíteto todo el mundo sabe que estamos hablando de la metrópoli que hace siglos se denominaba Nueva Ámsterdam-, para pronunciar un discurso de menos de tres minutos ante la asamblea general de la Organización de las Naciones Unidas. Para ello se llevó un séquito de cien asesores, prácticamente a uno por cada segundo efectivo de alocución.

Mientras, la Unión Europea echaba por tierra el plan exprés de Sin Vocales para hacer cooficiales también al otro lado de los Pirineos el catalán, el gallego y el vascuence (manía de llamarlo eusquera). Porque, si lo hicieran, detrás vendrían el corso, el galés, el gaélico escocés, el bretón y Dios sabe cuantas jerigonzas más.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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