miércoles, 18 de octubre de 2023

A la porra el consenso científico

Hablar de cambio climático es una redundancia, puesto que el clima es, en esencia, cambiante.

Hablar de calentamiento global es una obviedad, pues nadie puede negar que en los últimos tiempos las temperaturas medias están subiendo.

Ahora bien, hablar de la responsabilidad del ser humano en ese calentamiento global -en el sentido de atribuirle la mayor cuota de la misma- entra dentro de la temeridad. Y no porque, como me dijo en cierta ocasión un conocido (progre) considere que, por ser creyente, pienso que Dios lo hizo todo perfecto y nada puede estropearlo. Más bien, al contrario, como soy creyente, soy también consciente de la insignificancia del ser humano en el esquema general de las cosas, además de que el hombre podrá hacer la tierra inhabitable (o inhóspita) para su propia pervivencia (algo en lo que tiene una larga experiencia) pero, como dijo alguien alguna vez, la vida encuentra siempre el modo de abrirse camino.

Y hablar de la inminencia e irreversibilidad de la emergencia climática cae, directamente, dentro del rango de la incoherencia. No sólo porque, si es irreversible, da lo mismo lo que hagamos para intentar revertirla, detenerla o siquiera retardarla; también porque llevan tanto tiempo diciendo que el mundo se va a acabar al día siguiente, y el día después del siguiente el mundo sigue aquí, que nadie debería ya creerlo o tomarlo mínimamente en serio.

Cómo serán las cosas que hasta hay ecologistas  que empiezan a admitir que no hay emergencia climática

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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