Quienes consideran que el psicópata de la Moncloa se conchaba con golpistas, terroristas y comunistas porque no tiene otro remedio pueden caer en uno de dos grupos: o son inteligentes, y entonces son malvados porque mienten; o son necios, y entonces son estúpidos por creer a los mentirosos.
Sea como sea, los de la mano y el
capullo van de la mano con los de la barretina (y con los del hacha y la
serpiente, pero ese es otro tema) por elección libre y voluntaria. Lo hacen
porque son gente ayuna de escrúpulos que sólo tienen un objetivo en la vida,
detentar el poder tanto tiempo como sea suficiente, por los medios que sean.
Y si, en uno de sus cambios de
opinión, Sin vocales insinúa que Cocomocho no debería ser juzgado
-cuando no hace tanto se daba golpes en el pecho proclamando que él lo traería
ante la justicia, poco menos que personalmente y agarrándole de una oreja-, lo
hace porque es lo que más le beneficia a él, no a España ni a los españoles.
Nunca son España o los españoles,
ni siquiera su partido. Es él, sólo él y nadie más que él.
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