Los políticos verdaderamente liberales piensan que donde mejor está el dinero es en el bolsillo de la gente, y por eso bajan impuestos cuando pueden. Los marxistas, declarados o de tapadillo, los suben aunque no venga a cuento y no los bajan ni aunque los maten.
Por eso en Madrid, donde la
derecha liberal ha gobernado la mayor parte del último cuarto de siglo, baja
impuestos una y otra vez sin que la recaudación se resienta, porque es el ciudadano
quien mejor sabe cómo gastar el dinero. Y si encima, deflactando el tramo autonómico del impuesto sobre la renta, se compensa el impuesto en la sombra
de la inflación -que, siendo clementes, quizá el desgobierno
socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer no haya provocado, pero que
está gestionando putapénicamente-, pues miel sobre hojuelas.
A ver si aprenden algunos.
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