El politiqués nunca ha sido una jerga fácilmente inteligible, ni siquiera para los que le prestamos una mínima atención. Consiste, básicamente, en decir cuantas más palabras mejor, lo más largas posibles y siguiendo la reglas de concordancia gramatical, pero no las de la semántica. Es decir, se habla mucho y no se dice nada.
En esto, el psicópata de la
Moncloa es un maestro consumado. Con la ecología como coartada, se sacó de la
manga un ministerio de transición ecológica, aunque sin especificar
desde dónde, hacía qué ni cómo se iba a hacer esa transición. Y hace unas
semanas, en la ONU, habló de justicia climática, que supongo que sería
una especie de enmienda a la totalidad del ese refrán que dice que nunca llueve
a gusto de todos.
O no...
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