Tras la instauración (que no reinstauración, la segunda república fue cualquier cosa menos un régimen democrático) de la democracia (vale, aceptamos barco como animal acuático), y hasta el cambio de siglo, el nivel intelectual de los miembros de los gobiernos socialistas tenía un pase. Al fin y al cabo, se habían educado bajo el franquismo.
Naturalmente, había gente con escasa formación
académica -caso del ministro Corcuera-, y algún que otro burro ilustrado, por mucho
que supiera tocar el piano; pero los que habían pasado por la universidad
tenían un bagaje académico consistente.
Lo malo es que esa gente cambió las leyes
educativas, y el resultado ha sido la formación (deformación, habría que
decir) de un rebaño de palurdos ignorantes e ideologizados que, por mucho
título y mucho diploma que posean, no saben hacer la o con un canuto y
anteponen sus dogmas a lo que la realidad les pone delante.
Tan estúpidos son que hasta anagramizan su
indigencia intelectual. Es el caso del saco de arena de Isabel Díaz-Ayuso en la
asamblea legislativa regional madrileña, que al presentarse como médica y
madre (vale, aceptamos anestesista como médica en sentido amplio)
dio pie a que se la pudiera llamar mema, porque lo es.
Como si alguien puede hacer saltar por los aires el principio de Peter es, precisamente, quien tenga ese nombre, el psicópata de la Moncloa la promocionó a ninistra de Insalubridad, desde donde da rienda suelta a sus prejuicios ideológicos… y demuestra que no tiene ni refitolera idea de la situación de la sanidad española.
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