Desgraciadamente, vivimos en este mundo, y no en el cielo. Quiero con ello decir que, como seres imperfectos que somos, es éste un mundo imperfecto en el que se hacen cosas imperfectas.
Hay, sin embargo, imperfecciones de distinto
nivel. Y de las peores son aquellas que se proclaman como beneficiosas pero
que, en realidad, resultan gravemente perjudiciales.
Tomemos el caso de desgobierno
socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer. Se proclaman como
defensores de las personas, pero en realidad a los únicos que defienden son a
los de su cuerda. Se presentan como hábiles gestores, pero no saben hacer, en
la mayor parte de los casos, la o con un canuto.
En el caso del secuestro de menores por
alguno de sus padres, las cifras no han dejado de subir año tras año. Sin embargo,
el ejecutivo español oculta la cifra concreta, y tampoco da desgloses por
comunidad autónoma ni por sexo del secuestrador.
Teniendo en cuenta que, al otro lado de los
Pirineos, la media es de un setenta por ciento perpetrados por mujeres. Pero claro,
publicar las cifras supondría reconocer que los padres no son esos seres diabólicos
que el feminazismo proclama, ni las madres seres angelicales.
Que nada les estropee un buen discurso.
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