Decía Churchill que la democracia es la peor forma de gobierno, exceptuando todas las otras formas que se han probado. A esto yo añadiría que, de todos los sistemas económicos, el liberalismo es indudablemente el menos malo y, desde luego, es mucho mejor que el intervencionismo.
Para muestra, Argentina. Una de las naciones
más ricas, no ya del continente, sino del mundo, ha sido reducida a una
situación de postración y miseria tras varias décadas de justicialismo, después
peronismo y finalmente kirchnerismo, que no sólo empobrecieron a la población,
sino que robaron a manos llenas.
Pero han bastado unos meses bajo la
presidencia del loco Milei para que la situación cambie y la economía muestre signos de recuperación, subiendo los salarios, bajando la inflación (con lo cual
la subida de salarios se podría decir que resulta doble) y aumentando la
inversión.
Así las cosas, no es extraño que el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer eche espumarajos por la boca.
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