La indocta egabrense dijo, cuando dedicaba sus mañanas ministeriales a hablar en bragas con los alcaldes (Carmen Calvo dixit, no yo), que el dinero público no era de nadie. Una doctora en Derecho Constitucional que afirma rotunda que la Constitución de 1.978 no dice que hombres y mujeres son iguales no debería ser tomada como fuente de referencia. Sin embargo, su parlamento hizo escuela.
Y como el dinero público no repercute
directamente en los bolsillos de los miembros del desgobierno socialcomunista
que tenemos la desgracia de padecer, se dedican a derrocharlo alegremente
porque, total, ellos no son quienes al final pagarán la factura. Por eso no les
importa un pepino que el Banco Mundial condene a España a pagar las costas judiciales por el intento fallido de anular el laudo de la sentencia referida al caso RWE (sólo
setecientos mil euros, apenas una gota en el mar de nuestras deudas, pero…
¡quién los pillara!), o que cinco acreedores amenacen los bienes de España enEstados Unidos por los impagos de España a las renovables.
Y luego, algunos van y les votan.
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