Con motivo de la muerte de Victoria Prego, hay quienes, como Alfonso Guerra, la definen como una amiga de los demócratas. Tiene gracia que eso lo diga precisamente quien, tras perpetrar la Ley Orgánica del Poder Judicial, proclamó muy ufano que Montesquieu había muerto. O sea que a otro perro con ese hueso, don Alfonso (para que quede claro, estoy diciendo que Guerra no es, o al menos no era hace cuarenta años, demócrata).
Ahora, montada en el Congreso de los
Diputados una comisión de investigación -y otra en el Senado… ya hablaré luego
del tema-, el fiscal particular del desgobierno socialcomunista que tenemos la
desgracia de padecer se descuelga con que la citación del fiscal jefe
anticorrupción en la comisión del caso Koldo podría
constituir un inconveniente para la tramitación de las investigaciones
fiscales y judiciales de naturaleza reservada o, incluso, para las alegaciones
al derecho de defensa que pudieran efectuar los afectados por tales
investigaciones.
Entonces, si las comisiones de investigación -todas, unas y otras- no sirven para nada más que para que quienes las promueven se dediquen a echar mierda (cierta o falsa) sobre los investigados, ¿qué utilidad real tienen?
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