Desaparecido Felipe González de la primera línea política, la secretaría general de los de la mano y el capullo la han ocupado cuatro personas, dos por períodos relativamente breves -y, además, no lograron alcanzar la presdencia del Gobierno- y dos por etapas más prolongadas (siendo, además, presidentes del Gobierno).
Los breves tenían, o eso quiero creer, un
cierto sentido de Estado, sea lo que sea eso. A uno, Almunia, el puesto
le venía grande. Como todo socialista, tuvo mala baba -y bien que lo demostró
cuando fue comisario europeo-, pero le carecía de esa ausencia de escrúpulos
que es necesaria para medrar en el patio de Monipodio que es Ferraz. Falta de
escrúpulos que si tenía el hijo de P aunque -y no es mi estilo hablar mal de
los muertos cuando en vida los he puesto a parir-, repito, sí pienso que tenía
un cierto sentido de Estado, y bien que lo demostró en la sucesión en la
Jefatura del Estado.
Los otros dos han hecho honor al dicho otro
vendrá que bueno te hará. zETAp hizo que González, Guerra y hasta Corcuera
parecieran, por comparación, un cruce entre Pericles y Gandhi. El circunflejo firmaba
con la derecha (doble sentido, je je) un pacto por las libertades y contra el
terrorismo, mientras con la izquierda negociaba con los terroristas y contra
las libertades. A lomo de dos centenares de muertos llegó a la presidencia del Gobierno,
violando primero la jornada de reflexión y luego nuestros compromisos internacionales.
Ahora va por los estudios de radio con aires de pitiminí ofendido, cuando fue
él quien dijo ante las cámaras de televisión, Ñoñilondo mediante, que
les convenía que hubiera tensión. Y vale ya.
El psicópata ha hecho que el padre de las
góticas parezca, a su lado, poco menos que… que… estoy buscando un político socialista
que me merezca el más mínimo respeto, pero no soy capaz de encontrarlo, así que
te dejo a ti, lector, la tarea de rellenar esos puntos suspensivos. Pero parece
dispuesto a recuperar el tiempo perdido, porque a las sandeces pasadas une las
vilezas presentes y el propósito de desmanes futuros.
Vilezas y desmanes en los que sí es doctor el
cum fraude, capaz de aliarse con quien sea y de vender a quien sea
(cuidado, Begoña) con tal de permanecer cinco minutos más en el poder. Como suele
pasarme con los políticos de izquierdas, dudo en atribuir el primer puesto a un
defecto suyo: o la ambición desmedida, o la maldad pura.
Uno y otro son la hez de la política. El leonés,
por un rencor mal entendido: a su abuelo no le mataron por rojo, sino por
agente doble: el madrileño, por su completa carencia de escrúpulos.
Zapatero se cree mierda y no llega a pedo. Sánchez sabe que no es ni la sombra de un pedo.
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