Que el psicópata de la Moncloa es eso, un psicópata, lo tenemos bastante claro entre los Pirineos y Gibraltar todos los que no tenemos anteojeras ideológicas.
Lo malo, para él, es que empiezan a darse
cuenta también más allá de nuestras fronteras. Si ya con motivo de su gira por
Oriente Medio le pusieron a caer de un burro todos menos los terroristas, sus
simpatizantes y sus patrocinadores, ahora han vuelto a hacerlo, y ha sido en
Bruselas.
El ministro israelí para Asuntos de la
Diáspora, que el mismo día del ataque de los ayatolás tachó de cero absoluto
a Sánchez por su tibia reacción frente a Irán, le ha definido como un líder
extremadamente débil sin una brújula moral.
Se puede decir más alto, pero difícilmente más claro. Y a los que me dicen que el psicópata me cae mal les respondo -mentalmente, porque les tengo aprecio- que no es que me caiga mal, es que le considero un peligro para la democracia y para España.
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