Siempre hay excepciones, pero los políticos en general, los españoles en particular y los de izquierdas en concreto tienen una faz más dura que el adamantium, más resistente que el uru, más tenaz que el mithril.
Sin embargo, hay cosas que les afectan.
Básicamente -es mi impresión- cuando saben que les han cogido en un renuncio,
que sus trolas y excusas baratas ya no funcionan, que el ventilador de aventar
mierda no es capaz de repelerla a velocidad suficiente para evitar que les vaya
subiendo hasta cubrirles.
Y hasta un psicópata como el que preside el
desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer tiene un punto
flaco. En su caso se trata de su cónyuge, que mientras su marido ha sido primer
ninistro del reino de España se ha dedicado a actividades que, aunque
quizá no sean del todo ilegales (aunque lo dudo; quiero decir, estoy bastante
seguro de que al menos en algún tipo delictivo encajan), quedan como feas; o,
en mi expresión habitual, serán éticas, pero resultan bastante poco estéticas.
Como será la cosa que, cuando un juzgado ha abierto diligencias contra la pareja del psicópata -normalmente pondría Begoño,
pero una amiga (no, no se llama Begoña) se ha quejado de que use esa expresión,
así que hago esa pequeña concesión en su honor- por tráfico de influencias y
corrupción entre particulares, y hasta el habitualmente timorato partido del
charrán le exige al psicópata explicaciones urgentes por la
involucración de todo su entorno (pareja, padre, suegro y hermano), la reacción
de todos los voceros del partido de la mano y el capullo ha sido decir que todo
se basa en bulos y noticias falsas (tan acostumbrados a rebuznar están que no se percatan de la rebuznancia, pobriños míos).
Si fuera así, ¿por qué no presentan todos una
querella por injurias y calumnias? ¿Por qué toda la reacción oscila entre es
mentira y tú más, pero sin aportar pruebas que desmonten esas acusaciones
presuntamente infundadas?
Duro y al hígado, que la cara la tiene de granito.
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