Lo malo de los marxistas, con ser malo, no es que sean vendedores de burras cojas (de andares cadenciosos, que decía una portada de Antonio Mingote en el ABC). No, lo malo es que hay gente que les compra esas acémilas averiadas.
Aunque hay que reconocer que tienen labia.
Tanta, que para los no avisados sus peroratas pueden picar en el anzuelo y creerse
sus consignas, falaces y falibles. Por eso, cuando leí el titular de que una
parte del gobierno exige ya pasar a una nacionalización de la industria
estratégica española, no tuve ninguna duda de qué parte del desgobierno
socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer se trataba… aunque cada vez
cuesta más diferenciar una de la otra.
Era, claro, la comunista. Resulta que la tucán de Fene propugnaba la constitución de una sedicente Agencia Industrial Pública de España (el viejo Instituto Nacional de Industria, vamos, o la actual Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, pero a lo bestia) para, toma nísperos, impulsar un proceso de reindustrialización y aumento de empleo de calidad.
¿Calidad? Naranjas de la China…
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