En general, considero que los funcionarios públicos españoles -colectivo al que pertenezco- desempeñan sus funciones con profesionalidad, objetividad e independencia.
Otra cosa son sus jefes, tanto más cuanto más altos están. Al ser
cargos políticos, consideran que se deben a quien les ha colocado ahí. Si además
son, en algunos casos, muertos de hambre sin oficio ni beneficio que en la vida
habían soñado con bicoca semejante, más a mi favor.
No sé a qué grupo pertenece la directora de la Agencia Española de la
Administración Tributaria, pero el hecho de que el informe anónimo de Hacienda
que defiende al teledirector de orquesta apunte a ella dice bastante.
Y muy poco, por no decir nada, bueno.
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