En un combate de boxeo, hay ocasiones en las que uno de los púgiles, aunque se mantiene en pie, se encuentra tan desorientado que no acierta a discernir por dónde le vienen los golpes. Físicamente está bien (razonablemente), pero mentalmente no da una a derechas (más bien las recibe todas). Se dice entonces que está sonado.
Más o menos así se ha debido quedar la
organización terrorista Hezbolá, después de que, en una magistral demostración
de pericia y coordinación, los servicios secretos israelíes hicieran estallar el
explosivo oculto en sus buscas, matando o mutilando a docenas de los
enemigos del país de la estrella de David.
Pero es que la cosa podría ir más allá. Resulta
que, según algunos rumores, las empresas pantalla que creó el servicio de
inteligencia de Israel habrían vendido los dispositivos a la organización
terrorista vía Irán, que desconocería su procedencia israelí.
Es decir, que además de dejarles descabezados, ya no saben de quién fiarse.
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