Cuando alguien quiere algo, encuentra el medio. Cuando no lo quiere, busca excusas. Cuando alguien es corto de entendederas, se le ve a la legua.
Esto es lo que ocurrió hace un par de
semanas, cuando el psicópata de la Moncloa suspendió su participación en la fiesta
de la rosa de la franquicia catalana de su partido alegando mal tiempo. Teniendo
en cuenta que tanto el filósofo perico como el alcalde de la ciudad condal, ambos
del partido de la mano y el capullo, mantuvieron su asistencia, la cosa huele
bastante mal.
A eso que se le va por la pata abajo a los cobardes.
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