Ya he dicho en más de una ocasión que un socialista español es, ante todo y por encima de todo, socialista. Lo demás -su región, su religión, incluso ser español- cede ante el imperativo ideológico.
Y esto vale tanto para los que siguen dentro
del partido como para los que, por haber mostrado una cierta independencia de
criterio, han sido expulsados a las tinieblas exteriores. Hablo, por ejemplo,
de Nicolás Redondo Terreros que, a pesar de todo, sigue considerándose
socialista, sigue (comprensiblemente) recordando lo que padeció su padre
durante el franquismo y defiende (incomprensiblemente) la actuación de zETAp en
relación con la narcodictadura venezolana.
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