De mi primer año de carrera recuerdo la definición de Economía como la sabia administración de los recursos escasos. Al parecer, aunque sólo cursé el equivalente a una diplomatura en la materia, tengo las cosas más claras que el doctor cum fraude que preside el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer.
Porque la izquierda, al menos la española,
administra los recursos, sean estos escasos o abundantes, de un modo que podría
calificarse de cualquier manera salvo de sabio. Da lo mismo cuál sea la
situación que se encuentren: si es buena, la convertirán en mala; si es mala,
en peor. Para los demás, se entiende, porque ellos siempre medrarán. La autoatribución
por la izquierda de una inexistente superioridad moral, combinada con el
concepto de que el dinero público no es de nadie producen esos efectos
perversos.
Por eso, la noticia de que la justicia estadounidense autorizará los embargos de bienes españoles por los impagos a las renovables no es noticia: es el corolario lógico de poner a una panda de tuercebotas sectarios e iletrados al frente de la cosa pública.
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