Si ayer comentaba -todo lo que son los comentarios en mi blog, con frecuencia poco más que una perífrasis con mala baba- el hecho de que la garra del psicópata de la Moncloa empiece a no apretar con tanta fuerza los cataplines de los barones territoriales, hoy toca pulsar otra tecla.
Cuando nombraron gobernador (mamporrero) del Banco
de España a uno de los desastres -por mucho prestigio profesional previo
que tuvieran, los que tenían alguna profesión conocida al margen de la
política, lo perdieron al entrar a formar parte del desgobierno socialcomunista
que tenemos la desgracia de padecer- que han pasado por el consejo de ninistros,
muchos sospechábamos que era para callar una de las pocas voces críticas que se
alzaban contra los dislates del partido de la mano y el capullo.
No nos equivocábamos demasiado, puesto que,
de repente, la valoración de la cúspide del sistema bancario español acerca de
las perspectivas económicas del país mejoró apreciablemente. Pero no todos en
la institución con vistas a Cibeles son tan proclives a seguir los dictados de
Moncloa.
En efecto, una de las consejeras se negó a dimitir a pesar de las presiones del ninistro de Despilfarro, que quería
colocar a alguien más de la cuerda de Moncloa. Y, ante esta confrontación, hay
que decir que el gobernador se puso del lado de la consejera, y no del de su
antiguo compañero de gabinete.
Y eso, sean cuales sean sus razones, le honra, aunque sólo sea por el cabreo que habrá provocado en Moncloa.
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