A pesar de que lo repitan una y mil veces los corifeos del psicópata de la Moncloa, el partido de la mano y el capullo no ganó las últimas elecciones generales. Sólo apoyándose en terroristas, secesionistas y mercenarios con boina que se venden al mejor postor, lograron sacar adelante la sesión de investidura.
Pero, como siempre que alguien se pone en
manos de un chantajista, se corre el riesgo de que, de no entregarle lo que
pide, ejecute su amenaza. Y el ceder no garantiza nada porque, sabedor de que
te tiene atrapado por los dídimos, apretará y apretará una y otra vez.
Si, encima, se ha pretendido engañar al
chantajista, éste puede revolverse y redoblar sus amenazas. Es lo que ha
ocurrido con Cocomocho y sus jotaporcatos: apoyaron al psicópata
con la promesa de la ley de bajada de pantalones, pero ésta no acaba de
aplicarse completamente -al menos, no en Bélgica-, por lo que es comprensible
que estén un poco mosqueados. Y claro, fuerzan la mano y amenazan con no apoyar
al desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer en la
aprobación de la senda de déficit.
Y claro, como los de Ferraz empiezan a estar
más sonado que cualquiera de los primeros rivales de Mike Tyson conforme
avanzaban los combates, disparan a todos lados, y tan pronto recriminan a los
sediciosos su actitud y les dicen que se lo tienen que hacer mirar- como
exigen colaboración al PP mientras le ponen a caldo. Como muy bien ha señalado
el líder popular, al psicópata sólo le queda ir a por los presidentes autonómicos y a por él.
Y a por Su Majestad el Rey don Felipe VI, a quien Dios guarde muchos años. Y a por muchos españoles, también.
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