Hace unos días -aunque, por motivos de organización personal y para tener un colchón, diera la casualidad de que lo escribiera sólo hace unos minutos- comentaba los aprietos en los que se veía el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer para superar el enojoso trámite de aprobar la senda de déficit.
En efecto, el castillo de naipes que mantiene
al psicópata en la Moncloa tiene tantos componentes que, con que falle uno
solo, la cosa se derrumba al menor soplido. Y eso pasó: ni ruegos ni amenazas
hicieron efecto, y el gabinete de los de la mano y el capullo y los cocuquistas
optaron por no emprender el camino de la senda de marras al objeto de evitar otra derrota parlamentaria.
Ahora comprendo que el psicópata dijera que está dispuesto a gobernar incluso sin el apoyo del Parlamento.
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