Cuando a un necio le colocas en una posición de poder, eso no le vuelve inteligente. Si acaso, amplifica las posibilidades de que realice necedades, porque será propenso a creer que detenta el puesto en función de sus méritos y cualidades.
Es lo que ha ocurrido con la pareja del psicópata de la Moncloa. Colocada
en sucesivos chiringuitos, se debió creer que podía vender su mercancía averiada
a cualquiera que pasara por allí, y se le subieron los humos a la cabeza.
Así, no es extraño que creyera que el Instituto de Empresa donde
la habían colocado, unido a la Organización Mundial del Turismo a la que su
marido había obsequiado con dinero de todos los españoles, pudieran crear una
tal Tourism Academy para formar a directivos en todo el mundo y que eso
fuera a tener algún futuro.
Sólo por tener el nombre en inglés.
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