Cuando eres niño, o joven, sueles ser radical en el trato con las personas. Están los que te caen bien, y los que no soportas. Pero el tiempo pasa, y pones las cosas en perspectiva. A pesar de que se dice que los niños son crueles, hay que considerar que los niños son eso, niños.
Yo era así, había gente a la que no tragaba.
Pero, cincuenta años después (casi cuarenta desde que acabó el colegio) he
asumido que ni ellos eran tan malos (en general) ni yo era tan bueno.
Luego está otra gente, que medio siglo
después sigue rumiando las supuestas ofensas, desaires y desplantes que se
supone sufrió. Si tan mal lo pasó, haber ido a comisaría… o que vaya ahora al
psiquiatra.
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