Lo malo de los integristas, para los demás, es que nadie resulta nunca lo bastante integrista. Incluso dentro de los propios integristas, hay siempre una especie de competición por ver quién es el más integrista de todos. Por eso, los versos libres lo tienen mal en tales ambientes.
La doctrina de lo políticamente correcto es
uno de esos integrismos modernos. Se pueden hacer chistes o bromas sobre
cualquier cosa que a la izquierda le parezca risible, pero nunca sobre aquellos
temas que suponen un tabú.
Y así Broncano, que cuando era un pez en un
estanque pequeño en el que pocos pescaban podía hacer lo que le venía en gana, ha
visto coartada su libertad creativa al ser trasvasado al estanque potencialmente
más grande del panorama español, esto es, Televisión Española, y se le ha recomendado
lo que podría definirse como menos drogas y más mujeres.
Seguro que el pastizal que le pagan hace más llevaderas semejantes restricciones.
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